Estas cifras mostraron un retroceso tanto en las expectativas a corto como a medio plazo. Las expectativas de inflación es el dato en el que se basan los bancos centrales para establecer su política monetaria, más que en los datos de inflación actuales.
Si a esto le añadimos el desplome en los precios de las principales materias primas (agrícolas, metales e incluso el crudo, que han caído alrededor de un 16% en las dos últimas semanas), sólo podemos concluir que las previsiones de subidas de tipos de interés se relajaron al conocerse la noticia. Las probabilidades de un aumento de sólo 50 puntos básicos en julio se duplicaron aproximadamente al 27%.
Los indicadores adelantados de la economía estadounidense ya muestran señales de debilitamiento. En este sentido, la cifra de confianza del consumidor de Estados Unidos que se publica esta semana cobra una gran relevancia. Pero por este motivo (el debilitamiento de la economía), la probabilidad de que la Reserva Federal no tenga que subir los tipos de interés tanto como se anticipaba son cada vez más altas.
Esta semana se publicará un muy importante dato de inflación, el Gasto de Consumo Personal (PCE), y la Reserva Federal seguirá de cerca el resultado para ver la evolución de los niveles de precios.
Sin duda, el informe sobre el PCE tendrá una repercusión directa en los mercados, tanto si confirma el retroceso de la inflación o si por el contrario muestra un aumento. En cualquier caso, la sorpresa vendría de una cifra más baja que supondría, por tanto, un impulso alcista para los mercados bursátiles.
Ese sentimiento pesó sobre el dólar estadounidense e impulsó las acciones: los tres principales índices de Wall Street registraron fuertes ganancias.
El índice Nasdaq subió con fuerza la semana pasada, después de dos semanas de caídas consecutivas, y técnicamente ha superado la primera zona de resistencia en 11.792 y no encuentra ningún obstáculo técnico hasta el nivel de 12.947.
Fuentes: Bloomberg, Reuters.
