El BCE subirá los tipos de interés 25 en puntos básicos en su reunión de julio. Además, abre la posibilidad de otra subida, hasta 50 puntos básicos en septiembre, si la inflación continúa al alza como ha ocurrido en los últimos meses.
En definitiva, un sesgo más "hawkish" de lo previsto abre las puertas a subidas más agresivas en el futuro si la inflación no disminuye.
El banco de inversión Goldman Sachs ha emitido un reporte en el que anticipa subidas de 50 puntos básicos en septiembre y octubre. Esta aproximación de la política monetaria del BCE ha sido criticada, entre otros, por un ex ministro de finanzas alemán e incluso por el primer ministro italiano Draghi, antiguo presidente del BCE.
Lo consideran innecesario, ya que el tipo de inflación que sufre Europa no se arregla con subidas de tipos de interés. Por otro lado, podría causar un daño profundo a la economía europea, que no se encuentra en su mejor momento.
Pero lo que ha causado mayor inquietud en el mercado ha sido el comportamiento de la deuda pública de los países periféricos, los más endeudados, Italia, Grecia y España. Tras el anuncio del BCE de que dejará de comprar bonos soberanos, estos países han sufrido una enorme caída, lo que ha supuesto una subida de los rendimientos superiores a 30 puntos básicos, como ha sido el caso de Italia.
A pesar de que la presidenta Lagarde ha insistido en que tienen herramientas para evitar lo que se conoce como fragmentación del mercado (caídas desproporcionadas en la deuda pública de estos países más vulnerables), el mercado no la ha considerado creíble porque no ha sido capaz de dar detalles específicos de cómo se implementará esta medida.
Por lo tanto, el mercado en Europa ha entrado en una fase de incertidumbre y gran volatilidad. Ahora, la atención se centrará en el potencial efecto adverso sobre el crecimiento económico tras este giro de la política monetaria y la posibilidad de que se produzca una nueva crisis de deuda en Europa.
En resumen, lejos de tranquilizar a los mercados, el BCE ha despertado el miedo a una nueva crisis, algo que muy probablemente se verá obligado a revertir en su próxima reunión con una comunicación menos agresiva y, sobre todo, más verosímil.
El resultado de todo esto ha sido que el euro, que en un principio subió contra el dólar hasta 1,0780 (las subidas de los tipos de interés disminuyen el diferencial de tipos de interés entre estas divisas), cayó precipitadamente hasta la zona baja de los 1,06. Este descenso fue impulsado por el temor a una recesión y a una potencial crisis de deuda provocada por una política monetaria agresiva.
El índice alemán DAX también se vio afectado negativamente tras la decisión del BCE y cayó un 1,50% al final de la sesión europea.
Fuente: Bloomberg, Reuters